lunes, 28 de marzo de 2011

El perro y el frasco

- Lindo perro mí, buen perro, chucho querido, acércate y ven a respirar un excelente perfume, comprado en la mejor perfumería de la ciudad.

Y el perro, meneando la cola, signo, según creo, que en esos mezquinos seres corresponde a la risa y a la sonrisa, se acerca, y pone curioso la húmeda nariz en el frasco destapado: luego, echándose atrás con súbito temor, me ladra, como si me reconviniera.

-¡Ah miserable perro! Si te hubiera ofrecido un montón de excrementos los hubieras husmeado con delicia, devorándolos tal vez. Así tú, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público, a quien nunca se ha de ofrecer perfumes delicados que le exasperan, sino desechos cuidadosamente elegidos.

Baudelaire

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